19 autoantónimos: palabras que significan una cosa y la contraria
Si yo alquilo un
piso, ¿estoy pagando o cobrando?
Empecemos
con una palabra de cinco sílabas: enantiosemia. Se trata de “un tipo de
polisemia en el que una palabra tiene dos sentidos opuestos”, como explica
Fundéu en el primer volumen de su Compendio
ilustrado y azaroso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua
castellana.
Estas
palabras con dos significados opuestos también se llaman autoantónimos. Es
decir, significan una cosa y la contraria. Alguno puede suponer que la Real
Academia de la Lengua se ha rendido y ya le da todo igual, pero el origen de
estas enantinosemias suele ser rastreable. Como explica Fundéu, a veces son el
resultado de los usos irónicos y en ocasiones, de las antífrasis, una figura
retórica por la que “se designan personas o cosas con voces que significan lo
contrario de lo que se debiera decir”. Veamos 19 ejemplos:
Alquilar: significa tanto
dar algo en uso a cambio de un precio durante un tiempo determinado como tomar
algo para usarlo a cambio de un pago. Es decir, el sujeto de la frase
"Pedro alquiló un piso" puede ser "tanto quien cede algo en
alquiler como quien lo toma”.
Animal: puede usarse en
sentido figurado para hablar de una “persona de comportamiento instintivo,
ignorante y grosera” y también para referirse a alguien “que destaca
extraordinariamente por su saber, inteligencia o esfuerzo”.
Batacazo: es el golpe que
nos damos al caer y un “fracaso o caída brusca en un asunto, negocio o
posición”. Pero en algunos países de
América se usa como “triunfo o suceso afortunado y
sorprendente”.
Casero: es el “dueño de alguna casa, que la alquila a
otra persona”. Pero el diccionario
también recoge la acepción contraria: “inquilino, persona que ha
tomado una casa en alquiler”.
Conjurar: puede ser “conspirar, uniéndose muchas personas o cosas
contra alguien, para hacerle daño o perderle”. Y, al contrario, “impedir,
evitar o alejar un daño o peligro”. No solo eso, también significa “invocar la
presencia de los espíritus” y “decir exorcismos”, es decir, expulsar al
demonio.
Dar
clase: significa tanto “impartir una lección, pronunciar una
conferencia o charla”, como “recibir una clase”.
Defender: según el diccionario, amparar, librar, proteger. “El policía
defiende a ese señor”. También,
impedir, estorbar. “El defensa defiende al delantero”.
En
absoluto: puede usarse para decir “de manera general, resuelta y
terminante”. Y “no, de ningún modo”.
Enervar: debilitar, quitar las fuerzas. Pero también, poner nervioso. Este es el sentido más habitual,
como apunta el Diccionario Panhispánico de Dudas: se añadió al francés en el
siglo XIX, de donde pasó al español. “Es uso asentado en la norma culta y debe
considerarse aceptable”.
Friolera: es una cosa de poca monta o de poca
importancia, pero se usa asimismo para referirse a una “gran cantidad de algo,
especialmente de dinero”. En sentido irónico, aclara el diccionario.
Es cierto que cualquier palabra usada
con ironía se puede considerar, en cierto modo, autoantónima, pero en este caso
el uso es tan habitual que el diccionario le dedica una acepción. De hecho, es
posible que solo conozcamos el sentido irónico de la palabra
"friolera", por lo que si dijéramos “el alquiler me cuesta la
friolera de siete euros”, lo haríamos dándole un sentido irónico a una acepción
que ya es irónica de por sí, por lo que la podríamos estar usando en su sentido
literal sin saberlo.
Dicho lo cual y como ya hemos
apuntado, la ironía es una de las causas que llevan a que el diccionario recoja
significados antitéticos para las mismas palabras, como ocurre también en el
caso de: perla, "cosa preciosa o exquisita en su
clase" y también,
"frase llamativa por desafortunada"); música, que también puede referirse a un “ruido desagradable”, y gracioso, adjetivo con el que uno se puede referir
a algo “que resulta agradable o atractivo”, pero también a alguien “molesto, sin gracia”. Sí,
‘gracioso’ puede significar “sin gracia”. Pues qué gracia,palabra con la que ocurre lo mismo, por cierto.
Huésped: usamos habitualmente el
término con el sentido de “persona alojada en casa ajena” o en
un “establecimiento de hostelería”, pero puede referirse al “mesonero o amo de
posada” y a la “persona que hospeda en su casa a otra”, que, por cierto, era el
sentido original en latín.
En
este caso, la RAE aconseja “reservar
el término huésped para designar a quien recibe alojamiento, y denominar
anfitrión al que lo proporciona” para evitar confusiones. Excepto en biología,
ya que en este caso huésped es el “organismo en el que se aloja un parásito”.
Lívido,
da: se suele usar como “intensamente pálido”. Pero también
quiere decir “amoratado”, significado de lividus en latín.
Por cierto, la libido (deseo
sexual) es escribe con b y lleva el acento en la segunda sílaba.
Monstruo: tras cinco acepciones que
van desde el “ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su
especie” a la “persona muy cruel y perversa”, pasando por la “persona o cosa
muy fea”, llegamos a la “persona que en cualquier actividad excede en mucho las
cualidades y aptitudes comunes”. Ejemplo: Juan es un monstruo porque tiene dos
cabezas, pero también es un monstruo con la guitarra porque la toca de
maravilla.
Nimio: el sentido habitual es
el de “insignificante, sin importancia”. También significa “excesivo,
exagerado”. De hecho, la palabra deriva del adjetivo latinonimius, que tiene este significado. “Este radical
cambio semántico se produce a partir del sentido, raro hoy, pero frecuente en
épocas pasadas, de ‘minucioso o escrupuloso’ (...). También ha podido influir
la semejanza formal con el adjetivo mínimo”, dice el Diccionario Panhispánico de
Dudas.
Sancionar: “Autorizar o aprobar cualquier acto, uso o
costumbre”. Y también,“aplicar
una sanción o castigo a alguien o algo”. Es decir, te pueden poner una sanción
por no respetar una sanción.
Lo
mismo ocurre en inglés con to sanction y
en francés con sanctionner, como recoge el
lingüista Alberto Bustos en su blog,
que pone un ejemplo muy bueno de ambigüedad debida a la enantiosemia: “Es un
uso que no está sancionado por la Academia”. ¿Eso significa que no está
autorizado o que no se castiga? De todas formas y como recuerda Fundéu, la
ambigüedad no es frecuente: debido al contraste entre los significados, es
fácil saber cuál viene al caso.
Como
apunta Bustos en su texto, la autoantonimia también se da a menudo en otros
idiomas. Según recuerda Fundéu, en alemán “este fenómeno es llamadoGegensinn, y en inglés, contronimy”.
Un
ejemplo de reciente incorporación al inglés es el de "literally"
(literalmente). Desde 2013, el Diccionario Oxford
recoge recoge el significado tanto de literal como el de una
forma de enfatizar algo aunque no sea literalmente cierta. Ejemplo: decir que
has recibido "literalmente, miles de cartas", cuando solo son
decenas.
Esto significa que, a pesar de las quejas, literally ahora también significa "en sentido
figurado". Literalmente. Eso sí, el científico cognitivo y lingüista
Steven Pinker defiende esta autoantonimia en The Sense of Style,
donde recuerda que su uso como hipérbole es habitual y casi nunca lleva a
confusión. Que es lo que pasa con la mayoría de estas palabras. No hace falta
dar clases de lengua para darse cuenta.